San Felipe, B.C. – La vida se abre paso en las costas del Alto Golfo de California, en un acontecimiento histórico para el puerto de San Felipe, decenas de crías de tortuga marina comenzaron a emerger del nido protegido en el campo tortuguero Tata Meza, tras semanas de resguardo y monitoreo comunitario.
El hecho marca un momento sin precedentes para la conservación local, resultado del esfuerzo de ciudadanos comprometidos con la protección de especies en riesgo, en especial el Grupo de Vigilantes Ambientales Comunitarios, encabezado por José Luis Galindo Morales.

El primer nido fue localizado el pasado 17 de julio, gracias al reporte ciudadano de Francisco De Hoyos y su familia, quienes observaron a una tortuga golfina —de aproximadamente 40 kilogramos, conocida por los voluntarios como “Estrella”— anidando a tan solo dos metros del sitio utilizado el año anterior.
Con el apoyo de personal de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y del programa PROREST, se levantaron cuidadosamente 145 huevos y se trasladaron al campamento tortuguero, donde durante 40 días permanecieron bajo resguardo, lejos de depredadores naturales como coyotes y perros callejeros, así como de los efectos del turismo.

Hasta el momento, se han identificado 12 nidos reubicados esta temporada, con un total de 1,141 huevos de tortuga golfina, prieta y verde. El nacimiento de esta primera camada representa no solo un éxito biológico, sino también un logro colectivo cimentado en la educación ambiental, la vigilancia voluntaria y la acción ciudadana.
En medio de la crisis ambiental, San Felipe ofrece una lección de humildad y acción, cuando la comunidad cuida su entorno, la vida responde, y hoy, en forma de pequeñas tortugas dirigiéndose al mar, esa respuesta se siente más viva que nunca.

El campo tortuguero Tata Meza se ha consolidado como un espacio clave en el Alto Golfo de California, donde se generan condiciones óptimas para que los huevos incuben sin las amenazas de depredadores, saqueo, pero principalmente del impacto del turismo.
Este esfuerzo, sostenido con el apoyo de donaciones comunitarias, representa un hito para San Felipe y refuerza la importancia de la participación ciudadana en la protección de la biodiversidad, pues los nacimientos no solo simbolizan esperanza para la especie, sino también el impacto positivo de la unión entre sociedad y activistas en favor del medio ambiente.