Mexical.- La Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM), vive una de sus etapas más complicadas en materia de credibilidad, en menos de una semana, en lo que se vislumbra como un patrón, tres de sus policías han sido detenidos, dos de ellos por delitos graves y la tercera aún se desconoce, generando un ambiente de desconfianza tanto hacia el interior como ante la ciudadanía.
El caso más reciente ocurrió en Tecate, donde la agente Guadalupe “N” fue detenida por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) mientras se encontraba en un curso de formación policial.

Antes de ella, fueron asegurados Joel “N”, detenido por contar con orden de aprehensión por delitos de homicidio y privación ilegal de la libertad, y Alfonso “N”, señalado en otra investigación de la misma gravedad.
A pesar de la magnitud de los hechos, el discurso del director ha sido limitado, “aplaudo las acciones de la Fiscalía”, repitió en atención a medios de comunicación, evitando asumir un papel más activo frente al desmoronamiento de la confianza en su corporación.

El director sostiene que estas aprehensiones son parte de la “depuración” necesaria, negando que la corporación esté infiltrada por el crimen; si bien la mayoría de los elementos cumplen con su labor, cada nuevo arresto erosiona la confianza ciudadana y alimenta la percepción de que la institución no logra blindarse del todo frente a la corrupción y la colusión.
“Si hay más elementos que estén inmiscuidos en este tema o en otros, pues ahora sí que cada quien se tendrá que ser responsable de sus propios actos”, precisó.

Durante el último año, múltiples señalamientos en contra de agentes municipales han puesto en el centro del debate público a la corporación, desde los oficiales involucrados en la fuga de un violador; señalamiento de corrupción hacia el ex comandante de tránsito, policías denunciados por homicidio en una intervención en el Valle de Mexicali, acusados de violencia familiar, captados en video recibiendo dinero de conductores, y los últimos casos relacionados a crímenes graves.
Puertas adentro, la narrativa oficial contrasta con el sentir de muchos agentes, hay indignación entre los policías que cumplen con su deber y arriesgan la vida en operativos cotidianos.

Varios consideran injusto que, mientras ellos enfrentan a diario a la delincuencia, sus compañeros detenidos manchan la imagen de la institución y la confianza ciudadana, pero más grave aún es que su propio director, lejos de defender el trabajo de la mayoría, su papel se ha reducido a ser un espectador de la crisis, al no poder explicar la verdadera profundidad de las recientes detenciones.
La administración estatal tampoco sale bien librada, pues los exámenes de control y confianza, que deberían ser la primera línea de defensa, se muestran insuficientes, aunque se insista en que estos procesos tienen vigencia de dos a tres años, la realidad demuestra que no han evitado que agentes bajo investigación sigan operando hasta ser detenidos por la Fiscalía.