Un padre que dio la vida por su hija y su nieta; su esposa alza la voz en exigencia de justicia

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Mexicali.- En la memoria de Matilde Andrade Peña, la imagen de su esposo José Rostro Martínez está marcada por el sacrificio más doloroso y al mismo tiempo más heroico, dio la vida para salvar a su hija y a su nieta, el agresor fue su propio yerno Jorge Burgos, a quien ayudó incontables ocasiones y quien finalmente lo arrebató de su familia.

“El Pistachón”, como le llamaban sus amigos y seres queridos, su nombre resuena en la voz quebrada de su esposa, Matilde, quien reclama justicia y seguridad después de 22 días sin respuestas claras de las autoridades.

La noche de la agresión, el silencio de la colonia se rompió con los gritos desesperados de una joven perseguida por su pareja, conocida como El Burgos, quien la amenazaba con un cuchillo. José, al escuchar la voz de su hija, no dudó en salir de su casa y enfrentar al agresor quien mantenía privada a su propia hija, una niña pequeña.

“Entonces ya salí y yo le dije “Dame a la niña”. “No, no se la voy a dar, que me des a la niña Burgos”. “No, no se la voy a dar”. Entonces ya salió mi esposo y le dijo “Que nos des a la niña”, “Los pleitos de ustedes son punto y aparte, no traigan a esa niña donde la traen”, explicó Matilde.

José logró arrebatarle a la niña de entre las manos, pero en ese acto de valentía recibió varias heridas punzocortantes que horas más tarde le arrebataron la vida en un hospital de la ciudad.

“Él defendió a su hija y dio la vida por ella. No se merecía este final, porque siempre lo ayudó, siempre le dio la mano”, relató Matilde con la voz rota, recordando que su esposo fue un hombre de buen corazón, solidario incluso con quien lo traicionó.

“Se presume su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida por el juez”; artículo 13 CNPP

El dolor se multiplica al saberse que, a casi un mes de los hechos, el presunto responsable sigue libre y ha sido visto deambulando por la misma zona, sin que la justicia lo detenga, pues la familia asegura que han recibido información de vecinos sobre su presencia en calles cercanas, incluso en comercios, mientras la Fiscalía argumenta que la investigación continúa.

El miedo también se mantiene latente. Matilde ha recibido advertencias de que El Burgos amenazó con matar a su hija Yulissa y a su suegra, sin embargo, las medidas de protección prometidas no llegaron. Hoy, vive sola con sus dos nietas y un nieto adolescente, expuesta a un riesgo que la autoridad aún no disipa.

“Dijeron que me iban a ayudar, pero en sí hasta ahí quedó, según me iban a poner protección porque yo les dije que, querían matar también a mi hija, pero más no, ahí quedó, no tengo ninguna protección”, lamenta.

La familia Rostro enfrenta una doble herida, la pérdida de un pilar y la indiferencia de un sistema que no ha respondido con la celeridad que merece un caso de esta magnitud. Su hijo, indignado, reclama que su padre no debía morir de esta forma, mientras tanto, la hija por la que José dio la vida lucha contra sus propios fantasmas y el vacío que dejó la tragedia.

“Yo quiero justicia. Yo lo único que pido es justicia para el, porque no se vale que le hayan quitado la vida así no se lo merecía porque era muy buena persona de muy buen corazón”, finalizó.

El sacrificio de José Rostro Martínez no puede quedar en la impunidad, su historia es un recordatorio de la violencia que corroe a las familias; hoy, su nombre se eleva como clamor, justicia para un padre que murió por amor y para una familia que aún espera respuestas.